¡Qué difícil es a veces decir lo que sentimos! Pongo un ejemplo: estoy en casa con mi pareja, hace algo que me molesta y yo, hago como si nada hubiera pasado. Eso que ha hecho me ha molestado pero no lo digo porque no sé cómo se lo va a tomar la otra persona. Prefiero callarlo aunque eso añada más peso a mi silencio.
Y ahora pongo otro ejemplo distinto. Estoy en mi casa y se me rompe la cocina, algo se ha caído en la placa y no funciona. Si llamo para que me la arreglen, es porque quiero quedarme en esa casa. Si estuviese pensando en mudarme, no querría arreglar nada.
Así, cuando algo se rompe en mi casa lo arreglo, y si no sé cómo hacerlo le pido a alguien que me ayude. Y así debería ser también cuando algo se rompe dentro de mí.
Si estando con mi pareja u otra persona importante para mí, me reclaman algo, eso es un acto de amor. Lo que me está diciendo es: quiero quedarme contigo y por eso quiero arreglar esto que ha pasado entre nosotros.
No toda queja, es una ruptura. A veces sólo es la cura.
Gracias por leerme.
Un abrazo, Lorena