Los límites y el amor

Buenos días, hoy víspera de San Valentín, quiero hablar de los límites y el amor, porque son dos cosas que en ocasiones no gestionamos de la forma adecuada, y genera mucho dolor y sufrimiento.

Y quiero hacerlo a través de un ejemplo. Imaginemos una chimenea. El calor es agradable pero si acerco la mano al fuego, me quemo. Y cuando me quemo ¿qué hago?. Instintivamente retiro la mano. En lugar de quedarme pensando qué ha pasado, lo primero retiro la mano.

Pero vamos a imaginar una situación distinta. Misma chimenea y mismo fuego. Acerco la mano y me quemo, pero no retiro la mano, sino que me quedo pensado por qué me habré quemado. ¿Seré yo que soy muy exagerada? ¿Me lo estaré imaginando? Voy a intentar aguantar 15 segundos más a ver qué pasa.

No hago eso ¿Verdad? Me quemo y quito la mano. Es instinto de supervivencia.

Las relaciones a veces tienen algo de esto. Estoy con una persona en una relación, ya sea de amor, de amistad, familiar… y siento que no estoy bien, que algo que está pasando a mí me está dañando. Y puedo pensar en el por qué, pero tengo que ponerme a salvo porque cuanto más profunda sea la herida, más tiempo voy a necesitar para curarla.

Los límites sirven para protegernos. Y es cierto que a veces no es fácil ponerle un límite al otro («ya le he dicho mil veces que no me hable así pero sigue, no lo entiende»). En ese caso, el límite me lo pongo a mí, pongo el límite a mi conducta. Si a mí no me gusta esperar y tu siempre llegas tarde, me voy. Y si te digo que si esta situación se repite, la relación se acaba, cuando se repita, se acaba.

Sólo así estaré dando valor a mi palabra. Y esa será la mayor muestra de amor, porque estaré enseñándole al otro cómo quiero vivir mi vida, y qué voy a hacer para conseguirlo.

Gracias por leerme!

Un abrazo, Lorena